Una escapadita a conocer la Doble Cascada

Para los santiaguinos que anden buscando un paseo por el finde, un panorama al aire libre, con naturaleza y con comida y cerveza rica, creo que este dato podría interesarles.
Si al Lolo o a mí nos preguntaran qué tiene que tener un fin de semana ideal, creo que los dos diríamos que se compone básicamente de comida y copetes ricos, mezclados con naturaleza, aire libre y algún tipo de movimiento. En ese sentido, el Cajón del Maipo es un lugar que siempre consideramos al momento de planificar una escapada rápida, porque tiene todo eso, además de esa estética de valle que me fascina.
En esta ocasión, no planificamos nada, simplemente tuvimos la idea de irnos y la ejecutamos, motivamos a unos amigos, llenamos un cooler con pancitos, huevos duros y algunas otras cosas que nunca están demás, y partimos sin rumbo pero con fe. La idea era encontrar una cabaña para 4, comer comida de la zona y al día siguiente ir a conocer algún lugar nuevo, hacer una caminata, bañarnos en el río o algo así.
Llegando al Cajón, por Camino al Volcán, está lleno de carteles de arriendo de cabañas, así que la ítem alojamiento no fue difícil, eso sí lo que encontramos fue caro y mediocre, algo que igual era esperable porque elegimos el último fin de semana de febrero para ir. De todas formas, encontramos cobijo y esa noche nos abrigamos (nuestros amigos se pusieron sus matching ponchos) y nos tomamos unas cervezas y un vinito “en el patio” de las cabañas, rodeados de puros vecinos carreteando con euforia, como si el mundo fuera a acabar y bajo los efectos de dudosas sustancias (se tiraron a la piscina de noche, y nosotros con poncho, una falta de respeto).
Bajo ese contexto, googleamos qué trekkings podían hacerse por los alrededores y encontramos la que sería nuestra excursión de domingo.
Al día siguiente, como los señores que somos, nos levantamos temprano (los vecinos seguían carreteando), nos hicimos pancitos frescos con palta y partimos en busca de “La Cascada Mágica” o la “Doble Cascada”, un trekking que en Google estaba catalogado como fácil y que termina en unos pozones de río con cascadas (dos, como podrán imaginarse).
Al lugar se llega entrando por el puente hacia El Toyo y recién pasadito el puente, se entra como por un camino muy piola en el que te pillas con una casa donde están los señores que te cobran en la entrada y te dan las directrices para seguir el sendero. La entrada vale $3.000 para el conductor del auto y $2.000 para el resto de los mortales y básicamente lo que te indica el caballero es “siga las piedras blancas”.
A mí la caminata me gustó caleta. Dura aproximadamente 2 horas y al menos yo la encontré fácil. Al principio subes un poco y ya después te vas como más “plano” rodeando la parte de arriba de los cerros y abajo vas viendo río, campamentos y algunos pozones. Eso sí, hay que ir temprano (al menos en verano), porque el sol pega fuerte y no hay mucha sombra. El señor de las piedras blancas tiene toda la razón, efectivamente está todo el sendero marcado, aunque igual a nosotros nos pasó que de pronto, nos cachamos cómo ni cuándo, ya no vimos más piedritas blancas y obvio, nos perdimos un poco.
El caballero en sus instrucciones te decía que en una parte llegabas al río y había que cruzarlo, pero no quedó muy claro cómo era esa parte, así que nos pasamos del camino que había que tomar y finalmente igual llegamos al río, pero por una parte en que si lo cruzabas, te pillabas con un muro de piedra y tierra difícil de caminar. Ahí, nos encontramos con un grupo grande de venezolanos que estaban igual de perdidos que nosotros y tratamos de unir fuerzas, pero ellos decidieron devolverse para tomar el camino correcto y nosotros decidimos trepar y llegar arriba como fuera, nunca devolverse, siempre hacia adelante, esa fue la ley.
Así lo hicimos nosotros, usted no lo haga. Nos encaramamos con toda la garra posible, el Lolo me empujaba desde el poto para que no me cayera encima suyo y con mucho cuidado, incluso a veces tomados de la mano, logramos llegar al sendero. Una vez ahí, no fueron más de 20 minutos para llegar a las cascadas. A la vuelta sí hicimos el camino correcto y nos dimos cuenta que la parte para cruzar el río era donde había harta gente acampando y que de no habernos equivocado, hubiéramos llegado a nuestro destino como en una hora y media en vez de dos.
Pero llegamos, y eso fue lo bueno. Una vez instalados a la sombra, sacamos unas frutitas que traíamos en la mochila, la cámara, el Lolo lógicamente se metió al agua (y se tiró por la cascada) y yo por supuesto que no, porque soy una señora con gorro que mira desde la esquina y le duelen los huesos si mete los pies al agua helada. De a poco empezó a llegar más gente y hubo un momento en que igual todos éramos como amigos, y a mí que me gusta tanto hablar con desconocidos.
Después de estar ahí unas dos horitas, nos devolvimos. Podrá pensarse que tremendo pique para llegar y estar tan poco en las cascadas, pero la verdad es que igual disfrutamos el camino, la caminata y el paseo, así que las cascadas fueron sólo una parte más de la experiencia y nuestra verdadera recompensa nos estaba esperando a la vuelta, porque ya habíamos acordado que el plan era volver a almorzar a la Pizzería-Cervecería La Jauría, un local de la zona y que es propiedad de alguno de esos primos buenos mozos que hay en el Cajón, más conocidos como “los primos Astorga”.
Qué mejor que insolarte y empolvarte una mañana entera, para después ir a hidratarte a probar distintos tipos de cervezas y comerte una pizzita con cebolla dulce, queso azul, champiñones y rúcula? Cosa más rica po.
Y así nos pilló el domingo en la tarde (y marzo) y hubo que volver a la ciudad. Milagrosamente no nos tocó mucho taco de vuelta y retornamos felices y directo al supermercado a comprarnos unos Gatorade.
Un bonito fin de semana, recomendable para novatos del trekking y expertos del mangiare, gente como uno.
Mis consejos para la travesura:
  • Cuando digo llegar temprano, pienso que la hora recomendable es alrededor de las 8 AM. Ese era nuestro plan inicial, pero nos quedamos pegados tomando desayuno y llegamos a las 10. Cómo te explico que nos cagamos de calor toda la ida (entre 10 AM y 12PM) y toda la vuelta (entre 2 y 3 PM).
  • Si bien no es estrictamente necesario ir con zapatillas de trekking, aconsejo ir con las zapatillas más deportivas y cómodas que tengas. Yo no fui preparada, porque al momento de hacer la mochila para el fin de semana no sabía que haría una excursión de ese tipo, pero mis zapatillas “urbanas” que uso para caminar, igual me apañaron. Mi amiga fue con zapatillas Zara y tuvo que devolverse porque se hizo heridas en los talones, así que no diga que no le avisé.
  • Cosas que no pueden faltar: mucha agüita, mínimo un litro por persona, y mucho bloqueador de cara y pal cuello y hombros. Y bueno, si son buenos pal agua, que no falte el traje de baño, bikini, su sunguita o cualquiera que sea su elección.
  • Cosas que no es terrible si faltan, pero recomiendo llevar: un gorrito para cuidarse de las arrugas, alguna cosita pal mastique, sus frutitas, barritas de algo, frutos secos o qué sé yo, cualquier cosa antes que pasar hambre.
Y para los más aventureros:
  • Dentro de este recinto se puede acampar. No sabría decir en qué condiciones, porque no vi nada como un camping con baños ni quinchos, pero vimos muchas carpas y campamentos instalados en los lugares más recónditos (y donde yo nunca me hubiera puesto). También nos cruzamos con harta gente que andaba con mochilas, carpas y cosas para acampar.
  • Si Ud. Es valiente y se atreve, recomiendo llevar harto abrigo para la noche y todo lo que vaya a necesitar para alimentarse y sobrevivir, porque estará pasando la noche en la mitad de la nada.